Coro a dos voces
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Desde mi posición como trabajador capítulo 3000 me interesa trazar y extender las lecturas sobre la precariedad laboral de nuestro presente. Un ejercicio situado en un segundo confinamiento, un segundo cierre de museos, los recortes presupuestales y la precarización laboral cada vez más visible e insostenible a través de la modalidad llamada capítulo 3000; surgen dos preguntas que me parece urgente atender: ¿cómo se articula la plataforma Contigo en la distancia con el fenómeno de la precarización cultural? y ¿cómo se articulan los museos y sus trabajadores con la pandemia?
La crisis del Covid-19 reveló la desigualdad y las falencias de los sistemas sanitarios, educativos, políticos y sociales a nivel global. Demostró la incapacidad del Estado de proveer a la población de las necesidades que posibilitan realizar una cuarentena generalizada. Estas diferencias han desatado una serie de debates y polarizaciones sobre los sujetos que a pesar de las restricciones de movilidad e inmovilidad salían a las calles muchas veces con mascarillas de tela común o medidas de precaución que carecían de los materiales recomendados.
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Movilidad
Inmovilidad
Confinamiento
son un privilegio de clase
Contigo en la distancia es una plataforma que surge en la emergencia del primer confinamiento como un esfuerzo de la Secretaría de Cultura para seguir ofreciendo contenidos culturales. Los museos se apropiaron de la plataforma como una herramienta para mantener sus agendas, su vinculación con los visitantes y la posibilidad de afianzar nuevos públicos. La plataforma permite construir un andamiaje de problematización para pensar nuevas modalidades de arte, educación, mediación, relación con los públicos e involucramiento social. Sin embargo, se sitúa en un mismo registro con los grandes consorcios de la cultura y el ocio en la dinámica scroll, like and share.
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Con los recortes presupuestales al sector cultural el gobierno actual ha impactado directamente a los museos, esta acción ha demostrado su argumento sobre la inutilidad de las artes “burguesas”, supone que no pueden aportar nada a un proyecto de Estado ni a los retos y redefiniciones que la crisis del Covid-19 introduce; los museos son entretenimiento; ignora que enriquecen la visión del mundo, la contemporaneidad e incentivan el pensamiento crítico.
Ante estos desaires a la cultura y a los museos, es importante señalar que no todo proceso crítico es cuantificable ni debe justificar su utilidad a una agenda política sexenal. El carácter disruptivo del museo se sitúa en la posibilidad de su inutilidad a ciertas articulaciones del sistema.
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la “inutilidad” es subversiva
la “inutilidad” es subversiva
la “inutilidad” es subversiva
Una de las múltiples estrategias utilizadas en la plataforma es hablar de las colecciones, presentar recorridos virtuales de los proyectos expositivos y difundir los acervos digitalizados; opciones enriquecedoras que incentivan el conocimiento del patrimonio, sin embargo, no abona a pensar el museo en la virtualidad. Es urgente pensar nuevos sentidos de la dimensión museal que interpelen el presente y construyan puentes que cuestionen y reflexionen las realidades de precariedad que permean los museos.
Si los museos fueran un eje para la emergencia social, un sitio donde se gestan estrategias de apoyo a comunidades circundantes ¿seguiríamos precarizados por el gobierno? Seguramente sí, el Estado vería un potencial insurrecto y de movilización social que en la actualidad desconoce, una herramienta de lucha contra la precariedad, los ejercicios fascistas y las violencias.
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¿Museos para quién?
¿Museos para qué?
¿Museos para quién?¿Museo para qué?
La experiencia de la plataforma desde sus coordenadas de origen es una respuesta ante la emergencia y un prototipo de entramado pedagógico que permite pensar las plataformas digitales, los públicos y los museos postpandemia; un repositorio de experiencias elaboradas y (re)activadas en el proceso de confinamiento y post confinamiento.
La dimensión biopolítica y necropolítica de la pandemia, articulada a la idea de clase, racialidad y género revela cómo algunos cuerpos son susceptibles a confinarse y otros a trabajar para mantener un sistema que los excluye y precariza. La acción de confinarse contrasta con la realidad de vivir al día y de las industrias del cuidado donde los trabajadores por ínfimos salarios se exponen al virus.
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el sistema necesita del subalterno
el sistema se alimenta del subalterno
al sistema lo sostiene el subalterno
El tránsito del material producido por las instituciones culturales hasta la plataforma no es un canal transparente, es modelado, tamizado, modificado y potencializado de acuerdo a los intereses de actores e instituciones específicas. A un año de distancia es un mecanismo de control y enajenamiento que aglutina las agendas prioritarias del actual gobierno.
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La libertad en la virtualidad es una ilusión
Libertad es una ilusión
Ilusión
La dimensión bio y necro política se replica en menor escala dentro de los museos; los cuerpos “ilustrados” son susceptibles al confinamiento, mientras otros cuerpos súper explotables acuden a los centros de trabajo como el personal de seguridad, limpieza y mantenimiento. En los obituarios oficiales publicados por Secretaría de Cultura y sus dependencias ¿incluirán esquelas de los trabajadores de seguridad, limpieza y mantenimiento fallecidos y sus familias? ¿existe esa numeralia o los cuerpos que importan son los “ilustrados”? ¿Ese es el mejor homenaje o quizá la seguridad médica y social?
La puesta en marcha de la plataforma en el contexto de los recortes presupuestales oculta la precariedad, construye un espejismo donde los museos, a pesar del contexto, continúan generando conocimiento a través de exposiciones y eventos; parece seguir con su ritmo cotidiano sin percatarse de que todo se convulsiona a su alrededor
Alimenta los indicadores que justifican la existencia del proyecto, afianza la imagen de los museos como vinculadores de gran impacto en la digitalidad ¿es así en la práctica? o ¿es una mentira maniquea que los museos públicos seguimos presentes en la esfera pública?
La necesidad de producción incesante de contenidos ¿responde a las numeralias exigidas por las instituciones reguladoras de los museos? ¿mantener y aumentar los públicos? o ¿justificar la utilidad en la sociedad y sobre todo el escaso presupuesto?
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Siempre hemos sido precarios
Siempre hemos sido precarios
Así mismo, existen actores que “indirectamente” circulan por los ecosistemas museales y hacen posible su funcionamiento, sin embargo, son invisibles para las acciones de los museos. Los vendedores ambulantes, comerciantes, guías turísticos independientes, entre otros. Trabajadores igualmente precarizados por el sistema.
¿Qué hacemos los trabajadores de museos por ellos? ¿cómo nos estamos pensando desde esas realidades “otras” que parecen externas a la gestión cultural?
Si pensamos a los museos como instituciones al servicio de la sociedad y espacios para la discrepancia, hemos fallado en esta pandemia, los contenidos digitales han construido nuevos muros y dejado de ser un espacio de negociaciones. Nuestras estrategias han demostrado ser obsoletas en construir empatía tan necesaria en estos tiempos, y su nula capacidad de entender y tejer puentes de los acervos, narrativas y dispositivos museales con lo que hoy en día nos confronta: la precariedad.
¿Cuántos vendedores ambulantes que están fuera de los museos han entrado a ver una exposición o participado de alguna actividad? Los museos y los trabajadores de museos hemos dado la espalda a estos actores que forman parte de la antigua normalidad; son nuestras comunidades y parte del sistema que nos sostiene, promociona, procura y alimenta.
¿cómo nos entendemos a nosotros mismos con los otros? ¿cómo habitar juntos un museo permeable y solidario en medio de la precariedad?
Coro a dos voces
Habitar
Pensar lo común
Habitar
¿Cómo construir los relatos de la pandemia desde los museos más allá de la patología de digitalizar el museo? ¿cómo representar la precariedad desde la institución misma que la cobija, gestiona y sufre?
En medida que hagamos consciente los otros cuerpos superprecarizados que circundan los museos, las relaciones de poder que configuran los cuerpos que pueden resguardarse y cuáles no, veremos que la precariedad es multifactorial; a través de renunciar a privilegios, repensar modelos de estar juntos y habitar, el museo como espacio al servicio de la sociedad sobrevivirá.
El Estado a través de las instituciones ha demostrado repetidas ocasiones la imposibilidad de asumir y proveer derechos ¿por qué nos aferramos en creer que, en el Estado, las instituciones y su materialización a través del museo se encuentran las respuestas a la precariedad?
Si la apuesta es la ilusión de la democratización la vía no es la digital ni la física, mientras el museo sea una institución atravesada por el poder será un espacio de exclusión, mientras no se identifique dónde estamos situados y construyamos vínculos con las poblaciones precarizadas, estamos condenados al fracaso y no habremos aprendido nada del Covid-19.
El mal de los museos no es la pandemia son estrategias maniqueas de solidaridad y seguir pensando que el Estado nos va a rescatar.
Coro a dos voces
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
La precariedad está ligada a la producción
Rodrigo Rosas. Maestro en Investigación en las artes visuales y licenciado en artes visuales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus líneas de investigación son las intersecciones entre la memoria, la imagen y el museo.