𝖍𝖆𝖇𝖎𝖙𝖆𝖗 𝖚𝖓𝖆 𝖗𝖚𝖎𝖓𝖆 significa habitar la caída, pero también significa un nuevo punto de partida, una posibilidad de reconstrucción
Anatomía de la (re) composición: arreglo para lo que no fue nos muestra la arquitectura de la pérdida, del abandono, del desencanto. Entre piedras, cristal, casquillos percutidos, insectos disecados y fármacos, las obras nos hablan desde una posición ambivalente al ser simultáneamente hogar y huésped de atopias, de un mundo abandonado a sí mismo, pero con la posibilidad, contra todo pronóstico, de reinvención y regeneración.
Se trata de una muestra colectiva configurada a partir de dos módulos: Que las cosas sean fáciles y Escombro o una analítica de la decepción. El primero dedicado a explorar la nostalgia de un pasado infantil y la aparente sencillez de ese universo, y el segundo dedicado a operaciones conceptuales que examinan las lesiones, llagas y heridas en las historias personales de cada unx de lxs artistas. Ambos módulos funcionan bajo la lógica del recuento de los daños, de la posibilidad de detenerse reflexionar sobre lo sucedido y sobre la toma de conciencia a propósito de la necesidad de recoger los pedazos perdidos en el camino para tratar de convertir esas “derrotas” en un nuevo horizonte hacía el cual dirigirse. A través de la transformación de esos escombros emocionales en obras artísticas, se desencadena un proceso alquímico de disolvencia y coagulación en el cual aquellas historias y cicatrices que marcaron el pasado, dejan de ser la brújula de nuestro futuro.
Entre ellas encontramos las piezas de Mario Plasencia, objetos hechos de materia oscura, objetos que no pueden ser vistos directamente porque se funden en la noche, así como logran fundir en sí mismos el nigredo, el ready-made y diseño de interiores: la imponente cabeza de un toro que nos advierte el potencial riesgo de perdernos en su laberinto de lava negra y un sofá en descomposición que rememora a aquel que en 1998 Semefo tapizó con vísceras. La obra de Plasencia nació de la contemplación accidental de las máquinas de una empresa de suelas de hule, negocio familiar en el que conoció el poliuretano y su capacidad para pasar rápidamente del estado líquido al sólido, entre el ocio y el eureka, el artista decidió cubrir muebles y objetos decorativos con dicho efecto de petróleo.
Pero hay otras obras que nos transmiten un extraño sentimiento de familiaridad, aunque no consanguínea, sino social, estructural, comunitaria. Fabián Chaírez presenta El Vergel, imagen estática de un momento que muchxs hemos vivido: la materialización de la soledad al ser expulsadxs por la CIS-heteronorma. La escena muestra unx niñx portando un vestido en medio de un campo de fútbol, a su suerte, en medio de un jardín de piernas y patadas. Curiosamente estx mismx niñx terminaría apareciendo con el uniforme de la selección mexicana en lugar del vestido en la versión final de la pintura del mismo título. Me gusta pensar que esa imagen anterior es la que pasa por su mente mientras mira al vacío
Reafirmar una heterosexualidad obligatoria y encajar en la masculinidad hegemónica son exigencias que pesan sobre los hombros de toda persona asignada como varón dentro del patriarcado, tanto pesa en la cabeza de los hombres mexicanos como pesa la texana de basalto esculpida por Napoleón Aguilera, porque para “ser hombre” se necesita olvidar cómo llorar, se necesita soportar y resistir. Y es que a menudo se olvida que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad, y no lo digo yo, lo dijo Rita Segato.
Mientras mirábamos al vacío durante la clase de deportes, justo con la mirada de aquellx niñx del vergel, imaginábamos como desaparecían de una vez por todas, todos aquellos que nos violentaban en la escuela por no ser lo suficientemente “hombres” o por no ser lo suficientemente “mujeres”, compañeros y compañeras, profesores y profesoras, directivos y directivas, mamás y papás, incluyendo los nuestros, todos ellos y todas ellas. Lo que hubiésemos dado entonces para que un meteorito gigante, marcado por el designio de la “selección natural” con la palabra “JOTO”, cayera y aniquilara a todos y cada uno de ellos y ellas como en la visión de Romeo Gómez López en su pieza (P)heterodactilo, instalación que se burla de los intentos de normalización y naturalización de la heterosexualidad, narrativa que trata de hacernos creer que desde el principio de los tiempos la humanidad ha sido heterosexual, creencia absurda que resulta irónicamente prehistórica y no por la prueba del carbono catorce, sino por lo anticuado y retrógrada de su arrogante imposición. 𝕰𝖘𝖕𝖊𝖗𝖔 𝖛𝖎𝖛𝖎𝖗 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖛𝖊𝖗𝖑𝖆 𝖊𝖝𝖙𝖎𝖓𝖌𝖚𝖎𝖗𝖘𝖊.
Por su parte, las obras de Valerio Gámez y Enrique López Llamas dialogan sobre el uso de fármacos y sustancias psicoactivas, pero desde diferentes ángulos. Gámez realizó la construcción de una instalación escultórica a partir de la recuperación de jeringas usadas, utilizadas por su propio dealer (el artista desarrolló una aguda adicción a la metanfetamina en 2019) para “slamearse”, término que indica la acción de pinchar la vena y jalar algo de sangre para asegurarse de estar en el lugar correcto antes de inyectarse. Acomodadas en forma ovoidea asemejan el resplandor de santos y vírgenes, así como la corona de jeringas que utilizó Lemebel en 1994 durante la marcha del Gay Pride en New York mientras sostenía una pancarta con la leyenda «Chile Returns AIDS» («Chile (les) regresa el SIDA») como una acción de denuncia en relación con la clara desigualdad social entre el norte y sur global en torno a la pandemia del VIH. La policía detuvo al escritor con la excusa de haber asumido que el líquido dentro de las jeringas era sangre humana “contaminada”.
Desde las coordenadas de esta genealogía, y jugando con dualidades como deseo y culpa, o vida y muerte, las jeringas de Valerio no sólo contienen rastros de sangre sino de crysthal meth. Convertidas en relicarios nos acercan a otro tipo de santidades y viacrucis. Una realidad poco visibilizada sobre adicciones y su relación con prácticas como el chem-sex, así como la necesidad urgente de una labor contra la estimatización prohibicionista y la serofobia, una crítica a la herencia de preceptos católicos coloniales profundamente introyectados en nuestra cultura, pues desengancharse de la colonialidad es igual de complejo que desengancharse de las sustancias psicoactivas.
Enrique López Llamas creó obras pictóricas que a simple vista se inscriben en la tradición del abstraccionismo y el informalismo pictórico, combinando texturas planas en tonos pasteles que se expanden por el lienzo, pero que al verlas con detenimiento revelan su composición a base de antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos y analgésicos disueltos en pintura acrílica. Títulada Ya ves que en esta casa son puros problemas, o imágenes que se olvidaron por terapia electroconvulsiva, López Llamas nos plantea un lenguaje heredero de la pintura materica pero en dosis microscópicas, una pintura a base de fármacos cuyo excipiente es la vulnerabilidad con la que se representa la experiencia personal al vivir de cerca los padecimientos crónicos mentales y los tabúes en torno a la salud mental inscritos en una sociedad farmacopornográfica, biopoliticamente organizada y medicalizada. La sutileza con la que su pintura murmura algo que en el fondo no está del todo “bien” pero cuya superficie aparenta no tener mayor profundidad, se asemeja al silencio hipócrita generalizado en torno al reconocimiento y tratamiento de la salud mental en nuestras sociedades, que prefiere ignorarla y enmudecerla antes de lidiar con ella. Alguna vez escuché a Enrique decir que aplicaba a apoyos y becas con proyectos de arte conceptual (para con ello dejar de ser repartidor de comida rápida) y finalmente dedicarse a la pintura, lo que realmente quería hacer. Parece que lo está consiguiendo.
Por último, los rostros cambiantes de Astra Lem, presentados cómo si se tratase de tarántulas púrpuras colombianas, mantis orquídeas o coleópteros de alas estiradas, prendidos por alfileres dentro de las vitrinas de un museo de historia natural, muestran la capacidad de mudar de piel y transformarse, a través de una ecdisis vibrante, el maquillaje de su rostro queda plasmado como sudario mutante. Cambiar de rostro parece un final definitivo, pero también es un nuevo comienzo. Astra representa, con su labor desde el arte, el ballroom y los efectos especiales, brotes de genialidad constante que demuestran la capacidad inédita de las artistas trans y no binarixs que más allá de la mera referencia identitaria, somos capaces de expeler la inesperada fragancia de lo que florece entre las grietas de la adversidad.
Pero las conversiones no terminan allí: la mutación del alacrán de “Piquetito” de Prisciliano Valencia se ve transformado en una xeno-especie quimérica al grado de crecerle alas de mariposa, convertido finalmente en el alacrán travesti del ensamble “HiperHomo I” de Claudio Saúl, pesadilla del CISexismo y el binarismo del género, con la belleza del aguijón que tenemos todas las que estamos deseosas de envenenar su régimen transodiante.
Transformaciones, metamorfosis, re-morfosis, regeneraciones, reconversiones, recolecciones, recomposiciones, operaciones y procesos que nos regresan la esperanza de cambiar el rumbo de la historia y escribir la nuestra propia, un palimpsesto, una sobre-escritura que permita desarmar la realidad y volverla a construir(nos). Nos otorgan esa misma esperanza que permite mirar “Modelo para armar” (la segunda pieza de Claudio Saúl expuesta en esta muestra y que consiste en las partes necesarias para construir un revólver calibre 22 DIY) y preguntarnos si es que de verdad queremos volver a ensamblar esa arma de fuego y su violencia hecha en casa o si sus partes pueden servir para armar otra cosa, un bricolaje revolucionario para pensar otros mundos, para caminar otros senderos, o para armar nuevas utopías, para armarnos a nosotrxs mismxs, pero con otras semánticas, pero de otras formas.
Además de estos artistas, la exposición también reúne el trabajo de Julia Méndez, Leonardo Ramírez Cartier, Paula M. Goretti, Iván Puig, Dinashuy, Tuxamee, Fabián Ruiz, Carolina Durán, José Manuel Ríos, Imanol Zaragoza, Sabina Paredes, Livier Miroslava, Diana Nieto, Luis Manuel Guerrero Barbosa, Frida Rentería, Pablo Andreas, Ricardo XCF y Armando Belsoj.
Bajo los esfuerzos curatoriales de Juan Carlos Buenrostro, Juanki para quienes le conocemos de cerca, Anatomía de la (re) composición es una cartografía de ruinas preciosas, de las que se confunden entre territorios devastados y templos sagrados, a las que unx vuelve más de una vez y puede encontrarse en la Galería Ruido en el barrio de San Marcos, en Aguascalientes.
𝕷𝖊𝖈𝖍𝖊𝖉𝖊𝖛𝖎𝖗𝖌𝖊𝖓: ‘Unión terrible y prodigiosa de tentáculos, pezuñas, antenas, garras y aletas’ (Qro, Mx), es unx artista no binarix en constante mutación, especializadx en formas de arte híbridas y expandidas, combinando performance, escritura crítica, creación de imágenes, fotografía y video. Hace diez años sus performances fueron descritos por el gobierno del estado de Querétaro como «orgías junkies satánicas». Representante cuir de la contracultura mexicana y pionerx de la pospornografía, su obra reflexiona sobre la disidencia sexual, el anticolonialismo, las entidades no humanas, el ocultismo, el cuerpo, el género, la enfermedad, la violencia y la muerte. Ha estado detrás de proyectos autogestivos y underground como «Chupasangre Festival de Horror Cuir» y «Vestidas para Matar» plataforma clave para el transformismo experimental en el cinturón católico del bajío, a la par ha gestionado proyectos en torno a la donación de órganos al ser ellx mismx receptor de un trasplante renal y sobreviviente de la enfermedad terminal y del CIS-Heteropatriarcado blanco colonial y racista. Se comió su propio cordón umbilical y en otro performance introdujo un puñal en su ano. Es beneficiarix del Programa Jóvenes Creadores 2023-2024 del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (antes FONCA), está al frente de la Coordinación de Arte y Género de la Universidad Autónoma de Querétaro UAQ, formó parte dee la red de investigación “Cuerpo en Red” del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT (2016-19) y ha presentado performance en festivales y exposiciones internacionales como “Imaginaciones Radicales” en el Museo de Arte Moderno de México, XI Encuentro Hemisférico de Performance y Política, Rapid Pulse International Performance Festival, Buzzcut Performance Festival, Performatorium Festival of Queer Performance, ILASSA 40, OUTsider Fest y el festival CEREMONIA 2022, en Europa, Canadá, Estados Unidos, Colombia y México.
Corrección de estilo: Luisa Zamudio Sosa
Imágen principal: Fotografía Miguel Ramírez para Rüido